voto-electrónico-660x340Veo en el presente la imparable e implacable evolución del «Internet social». Veo cómo, tanto las redes sociales como las páginas de recopilación de firmas online, mueven causas y aúnan sentires de personas sin la necesidad integrarse en colectivos. Veo que de esta forma, poco a poco, se están consiguiendo logros cada vez más importantes.

La gran revolución en el intercambio de información desde el pueblo, entre el pueblo y hacia el pueblo. Un progreso que se convierte en metamorfosis tanto en amplitud como en eficacia y celeridad. Un cambio sistemático y conceptual en relación a la forma de comunicarse del ser humano desde los tiempos de la prehistoria.

Y al hacerlo también puedo ver el futuro. Veo cómo paulatinamente se adaptarán las normas sociales y democráticas a esta nueva realidad. Cómo la política dejará a un lado sus arcaicos sistemas semi-individualistas de decisión, actualmente en manos de gobernantes convenidos cada 4 años, para volcar en los hombros del pueblo éste cometido cada vez que sea necesario. Para permitir que seamos los habitantes de un país, en realidad, quienes tomemos las decisiones que afectan a nuestro destino.

Veo unas democracias que evolucionarán desde las decisiones que actualmente toman nuestros representantes políticos a las decisiones que tomaremos todos a través de las votaciones directas, simplemente pulsando con el dedo sobre la pantalla de nuestro dispositivo móvil. En cualquier día de la semana, hora y lugar.

Veo una raza, la de los políticos, cuyo número de individuos se reducirá drásticamente hasta casi su extinción a causa de la pérdida del atractivo del poder, el cual felizmente recaerá de verdad, en los ciudadanos.

Veo votaciones municipales acerca de la construcción de un polideportivo y veo votaciones nacionales acerca de intervenciones militares en el extranjero.

Veo habitantes que albergarán en sus manos el poder legislativo inmediato y real. Veo gobiernos que se limitarán a ejecutar las decisiones que tome el pueblo. Personas que cortarán la tarta pero no decidirán el lugar por dónde hay que hacerlo.

Veo organismos especialmente dedicados a recopilar inquietudes del pueblo para ser sometidas a votación.

Veo partidos políticos que abandonarán sus cuadriculadas convicciones, pilares y premisas en favor de una heterogeneidad mucho más imprecisa. Porque la mayoría de quienes votan a un partido político no comparten todas sus ideas. Porque una buena parte de los electores nos vemos obligados a votar la opción «menos mala». Esta situación dejará de ocurrir cuando el pueblo pueda decidir por sí mismo y en cada momento lo que desea, simplemente pulsando un botón.

Veo un futuro en el cual todos votaremos para tomar nuestras decisiones y dejaremos de votar a las personas que las toman por nosotros.

Veo el poder de los partidos políticos reducido a la efectividad de sus campañas de marketing, publicidad y medios audiovisuales para conseguir decantar las decisiones de los votantes en las cuestiones que ellos consideren más relevantes.

Veo un avance importante en la calidad y aceptación general de los resultados de las votaciones. El ciudadano podrá decidir lo que desea votar, dónde, cuándo y cada cuanto tiempo deseará hacerlo. La periodicidad de sus votaciones, el ámbito territorial, la temática sobre lo que desea opinar y el nivel de importancia de las decisiones a tomar. Diferentes grados de implicación abiertos a todos convertirán el resultado de cada votación en la decisión más justa para todos.

Veo que si en un momento determinado a un ciudadano le interesa una cuestión, éste habrá recopilado más información y conocimientos sobre el tema que alguien sin ningún interés al respecto. Como consecuencia de ello su voto será mucho más meditado y certero.

Veo un futuro democrático saneado gracias a las nuevas tecnologías.

Pero posiblemente yo NO lo veré, porque todo esto comenzará a plasmarse entre mediados y finales de este siglo.

Rafa.